De arengas y rivales  

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Saga "The Following":
Prólogo



Querido y conspirador diario:

Escribo estas breves líneas antes de partir hacia mi destino, el cual no revelaré, pues se trata de un secreto sumamente importante que no quiero dejar grabado en tinta para evitar así miradas y vistazos inoportunos. Únicamente diré que me es imperativo acercarme hoy al pueblo para realizar unos importantes trámites... Afortunadamente, el Señor Wallace no es hombre de hacer demasiadas preguntas debido a su lograda educación en el campo de la discreción social.
Debo parar aquí, pues veo a través de la ventana como el excelentísimo Señor Latura se acerca a Villa Tannhaüser con unos andares más torpes de lo habitual e imagínome tendré que bajar a recibirle.
¿Sospecharán algo los señores si me ven partir? Quizás debiera esperar un buen rato a que sus conversaciones acaparen su concentración y no se percaten de mi necesidad por partir raudo y veloz.
Llaman a la puerta. El Señor Latura ha llegado.
Me despido, pues.

PD: El robot mecanógrafo que he tomado prestado del almacén de las Industrias Wallace se encargará de transcribir la charla de los dos camaradas en mi ausencia. ¿Funcionarán los micrófonos que instalé en sus ropas? Ahora lo comprobaremos...

SIMON
Señor Wallace, el excelentísimo Conde de Argleton está aquí otra vez. ¿He de invitarle a pasar o debería darle una copia de la llave de la casa?

WALLACE
Por Dios, Simon, no puede andar todo el día repartiendo copias de la llave. Dígale que pase.

SIMON
Como guste.

[sale Simon, entra el Señor Latura]

LATURA
¡Mi viejo amigo!
Justo me dirigía a descansar tras una agotadora jornada cuando pensé... "¡Anda!"

WALLACE
¡Oh! ¡Qué emocionante!

LATURA
Sabía que apreciaría mi anécdota. Es por esto que venía a contarle ello.

WALLACE
Soy un experto en la materia, como usted bien sabe. Pero dígame, su agotamiento debe haber sido causado por algo, ¿no es así? Tengo aprendido que la gente se agota cuando hace cosas. He oído historias, rumores...

LATURA
Puedo corroborarlo.

WALLACE
¡Cuénteme!

[se sienta en su sillón mientras el Señor Latura se reclina en el diván contiguo;
se hace un prolongado silencio;
el Señor Wallace no puede contener la expectación]

¿Y bien?

LATURA
Los divanes no deberían ser tan cómodos, ¿no cree? Su hospitalidad desmesurada para con sus invitados hace que uno esté demasiado relajado para conversar.

WALLACE
Bueno, si lo desea, puedo hacer que Simon le prepare un reconstituyente.

LATURA
Preferiría un té, si Vd. me acompañare en la tomienda del mismo.

WALLACE
¡Supuesto por!

[se acerca su reloj de bolsillo a la boca y presiona un botón]

Kitt, digo, Simon, sírvanos el té. Cargado de teína para el Señor Latura.
Prosiga su trepidante historia, amigo mío.

LATURA
Pues verá... Recientemente había estado recibiendo cartas de su empresa rival, Industrias... Industrias... Maldita sea...

WALLACE
Industrias Rival.

LATURA
¡Eso!

WALLACE
Son mis mayores competidores.
Dirigidas por el malvado Señor Rival.

[el fuego de la chimenea se agita por un viento maligno]

LATURA
Soy consciente, amigo mío.
La cuestión. En esas cartas me suplicaban que ejerciera de orador motivacional por un día, ante los más de 5000 empleados de Industrias Rival.

WALLACE
¡Oh! ¡Me alegro mucho por usted, Señor Latura! Sé cuánto le gusta motivar a muchedumbres con charlas exaltadas. Aún recuerdo como instó a las masas a que le dieran una mano de pintura al Muro de Berlín.

LATURA
Ah, los viejos tiempos...
Pero entenderá que en este caso se me presentaba un gran dilema. ¿Debía inseminar de conocimiento a todas esas personas? ¿Aunque con ello beneficiase a la industria rival de un viejo amigo?

WALLACE
No, se equivoca. Mi industria no es Rival, es Wallace.

LATURA
Claro, claro. Su industria Wallace, Rival.
¿Debía hacer esto? ¿O lo otro?

WALLACE
¿Insinúa que ha habido una fusión y yo sin enterarme? ¡Qué descaro! Seguro que el consejo está conspirando a mis espaldas.

LATURA
Por todos los cielos, nada más lejos de la realidad.

WALLACE
¡Já! Creerán que podrán hacer conmigo como hicieron los de Oscorp con el pobre Norman. ¡Nunca! Ahora mismo voy a despedirlos a todos...

[se levanta]

Bueno...

[se sienta]

Luego. Quizás pueda sacar beneficios de esta inesperada hermandad entre mi empresa Rival y la mía...

LATURA
No se exalte, Señor Wallace. Tal fusión es por ahora tan solo un rumor.
Iniciado por Vd., en este momento.

WALLACE
Sí, pero cuando el río suena...

LATURA
Radiocasettes lleva.

WALLACE
Así me lo aprendí yo. Pero prosiga, prosiga, no he pretendido interrumpirle.

LATURA
Bendita escuela para aristócratas de Argleton.
Bien. Pues encontrábame ante tamaño dilema cuando di con la solución. Acudiría a esas condenadas charlas y me prometí que serían memorables. Así que esta misma mañana las puertas de Industrias Rival se abrieron para acoger a un servidor.
Según me informaron antes de salir al escenario... (todo tuvo lugar en el auditorio preparado para tal uso). Según me informaron, mi exposición debería estar dividida en varias, una dirigida a cada departamento de Industrias Rival. Los muy inútiles no pueden digerir una simple charla de una hora... Salí a escena y fui recibido con un aplauso de menos de 20 segundos.
¡Menos de 20 segundos! ¿Puede creerlo?

WALLACE
Menuda desvergüenza. Eso indica una gran falta de disciplina entre el proletariado de Rival. En Industrias Wallace no ocurre nada parecido. Nosotros obligamos a los empleados a no aplaudir menos de 3 minutos en las charlas y a hacer una reverencia cuando pasamos algún miembro de la familia Wallace. Lo pone en el contrato.

LATURA
Qué menos. Pero en fin, ya sabía adónde había ido.
El primer departamento al que me dirigí fue Electricidad y Mantenimiento de la Misma. Les dije que habían perdido el contacto con su trabajo. ¿Dónde estaba la pasión? ¿Y el amor por la electricidad? Solo había que ver sus caras de perro pachón para darse cuenta de que los habían perdido por completo. Así que les dije:
"¡Hombres y mujeres de Industrias Rival!"
"¡Y niños!"
"La próxima vez que toméis un cable pelado de alta tensión en vuestras manos de caucho…"
"¡Despojaos de los guantes!" "¡¡Sentid la energía!!"
"¡Escuchad el sonido de la vida, la voz del mismísimo Señor Dios corriendo por vuestros cuerpos de pagano electricista de mierda!"
"¡5000 voltios de amor!" "¡Amor por vuestro trabajo!" "¡Amor por vuestras esposas y por vuestros maridos!"
"¡Y por vuestros padres!"
Aquí el subdirector me hizo un gesto raro desde fuera del escenario, como si se rascara el cuello...
"¡Niños, recibid voltios de amor de vuestros queridos padres!"
Aquí el tipo me volvió a interrumpir. Subió al escenario, se me acercó y me pasó una extraña nota.

WALLACE
¿Qué decía esa nota?

LATURA
Que los niños eran todos huérfanos, hijos de padres y madres electricistas fallecidos en Industrias Rival.

WALLACE
¡Já! ¡Lo sabía! Sabía que no eran todos hijos de la Señora Rival, como van diciendo por ahí. "Están echando una mano en el negocio familiar", decía el Señor Rival en las convenciones de industrias poderosas. El muy canalla... ¡Ni siquiera eran adoptados!
Ya decía yo que esa mujer era demasiado fértil.... 10.000 niños con tan estrechas caderas...
Pero dígame, ¿cómo continuó su charla después de aquello?

LATURA
Tras unos incómodos instantes de silencio y alguna que otra tos lejana, una trampilla secreta cedió bajo mis pies. Fui así bendecido con una suerte de deus ex machina, pues el escenario estaba preparado para la actuación del mago Dick Van Dickhead, que tendría lugar al acabar mi exposición.
Caí a los mugrientos conductos de Industrias Rival, que finalmente me llevaron hasta la lavandería. Salí como pude de aquel agujero infecto y emprendí el camino de vuelta a casa, a mitad del cual pensé... "¡Anda!"

WALLACE
¡Qué bien hilado!

LATURA
Y aquí estoy. Espero que el olor a calzoncillo proletario no sea tan perceptible como hace unas horas. De hecho debería ir a desinfectarme.

WALLACE
Sólo cuando entró. Ya apenas se nota.

LATURA
Oh, me alegra oírlo. Mi olfato es tan delicado que no percibe frecuencias de olor tan fuertes como aquella, así que tuve que guiarme por la expresión del rostro de su mayordomo.

[entra Simon]

SIMON
Disculpen la interrupción, señores.

WALLACE
Hablando del mayordomo de Roma...

SIMON
Señor Wallace, me preguntaba si me permitiría dejar unas horas la villa. He de atender unos asuntos personales.

WALLACE
Ni hablar. Por cierto, ¿dónde está el té que le pedí hace un rato?

SIMON
Lo lamento, señor, pero no sé de qué habla.

WALLACE
Maldito sea usted y toda su casta, Simon. Hace un buen rato le ordené por el reloj-intercomunicador que nos trajera té.

SIMON
Oh... ¿Y no podría ser que el señor hubiera vuelto a confundir la realidad con un sueño? Recuerde el incidente de las gafas con visión de rayos X que creyó tener la semana pasada tras despertase de la siesta. Aún estamos intentando arreglar los desperfectos que causó aquella inocente y nada preocupante confusión.

WALLACE
Bueno...

[mirando el reloj de bolsillo con cuidado]

Creo que... Usted debería meterse en sus asuntos, Simon.

SIMON
Eso intento, pero el señor no me permite atenderlos.

WALLACE

[confuso]

Eh... Bueno... Vaya, si tan urgente es... Pero la próxima vez que le pida que haga algo, lo hará, ¿de acuerdo? No me interesan sus excusas de "señor, pero eso no es real" ni pamplinas semejantes. Ahora retírese.

SIMON
De acuerdo, señor. Gracias, señor.

WALLACE
Sí, sí...

[sale Simon]

Siento este pequeño percance, Señor Latura. Últimamente Simon se aprovecha de mí demasiado...

LATURA
Resulta evidente. Y le consiente usted demasiado, amigo mío.
¿Sabe qué? Diría que este gibraltareño oculta algo.

CONTINUARÁ....


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De las herencias y las guitollinas  

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Querido e inconstante diario:

El viaje ha sido largo, pero hemos vuelto sanos y salvos. Bueno, el Señor Wallace ha vuelto sano y salvo. Yo he vuelto, simplemente. La ruptura de mi pierna derecha al salvar al Señor Wallace del intento de atropello por parte de un taxista turco que le había confundido con el demonio me ha tenido postrado en una cama durante dos semanas. Las únicas dos semanas desde hacía años en las que he descansado. Pero descansar convaleciente no significa parar de trabajar. El Señor Wallace, siempre tan atento, mandó construir una camilla automática con inteligencia artificial y ruedas para que pudiera seguir cumpliendo mis tareas sin necesidad de levantarme. Aunque maravillado y agradecido, no puedo sino estar también ligeramente molesto con el cachivache, ya que tenía cierta tendencia a no distinguir el comienzo de un escalón con un pasillo sin obstáculos, motivo por el cual solía salir despedido por las escaleras del segundo piso del lugar donde nos hallábamos. Todo ello, creo yo, favoreció mi pronta recuperación y la aparición de muchos y muchos hematomas.
Muchas cosas le pasaron al Señor Wallace durante nuestro homérico viaje, pero al hallarme yo sin tiempo ni agilidad debido a mi capacidad motora limitada, no pude grabar todo lo que hubiera querido, aunque conservo en el recuerdo grandes anécdotas que un día relataré, si Dios y el abogado patrimonial del Señor Wallace quieren, en una novela.
Hoy me limitaré a transcribir el audio del esperado reencuentro entre los excelentísimos señores Wallace y Latura, que tuvo lugar esta mañana en el salón del té de Villa Tannhäuser, durante el cual mi amo explicará el motivo de tan prolongada ausencia…

LATURA
Señor Wallace.

WALLACE
Señor Latura.

LATURA
¿Qué hay de nuevo, mi viejo y locuaz amigo?

WALLACE
¿Le he hablado alguna vez de mi querida familia?

LATURA
Oh. La verdad es que no. ¡Cuenéteme!

WALLACE
Son unos verdaderos Wallace. Todos ellos. Desde mi querido tatarabuelo Randall Wallace, quien vive aún, congelado en un tanque de criogénesis, hasta mi pequeño sobrino Alan Wallace, que acaba de cumplir 6 años.

LATURA
Ciertamente debe de ser una familia entrañable.
Curioso lo de su tatarabuelo, el que aún viva. Tiene usted suerte. Por desgracia, a mi tatarabuelo lo guitollinaron.

WALLACE
Oh. ¿La revolución?

LATURA
Las fiestas del pueblo.

WALLACE
Durante la revolución a la gente como nosotros la guitollinaban.

LATURA
Revoluciones... Ya me dirá para qué sirven.

WALLACE
¡Para hacer más fiestas!

LATURA
Ja, ja, ja.

WALLACE
De hecho, el tema de mi familia viene por ello, oye.

LATURA
¡No jodiéndome! ¿Y cómo siendo ello?

WALLACE
Se preguntará por qué he estado ausente tantos días. Pues bien, la respuesta a ese enigma es que falleció mi tío abuelo Herman Wallace... Un gran hombre. Un gran Wallace. Fue explorador y a él se le debe una enorme cantidad de tesoros del British Museum y del Natural History Museum. Todos los Wallace lo echaremos de menos. Nadie como él saqueaba tumbas ni expoliaba junglas. Una verdadera pérdida para la cultura inglesa.
El caso es que tuvimos que partir todos a Venecia, donde tenía su residencia habitual, para la lectura del testamento. Todos estábamos expectantes, ya que no teníamos ni idea de lo que podría legarnos. Siempre dimos por supuesto que lo había donado todo a los museos. Recuerdo perfectamente cómo clamaba una y otra vez aquello de "¡Nosequé cosa debería estar en un museo!" o "¡Mucho divertido, Doctor Jones! ¡Tú mucho divertido!". A veces se le iba un poco la cabeza y no teníamos ni idea de qué cojones hablaba.

LATURA
Cosas de la edad, he de suponer.
Mi tatarabuelo padecía asemnia profédica de nivel 2. Allá en el pueblo donde vivía, se convocó una junta vecinal con el alcalde para sopesar los gastos que conllevaría su tratamiento. Claro que eso entró en conflicto con los gastos que iban a suponer las fiestas del pueblo, que se hallaban próximas. Al final se llegó a un consenso y se tomó la decisión de celebrar las fiestas y que Gaspar-Vicente, el borrico mascota del pueblo, le pusiera la medicación que creyera oportuna en la primera noche de estos festejos.
Se ve que la cosa no funcionó.

WALLACE
¿Lo guitollinaron también?

LATURA
¿A Gaspar-Vicente? No, aún vive.

WALLACE
Jamás comprenderé por qué al vulgo no lo guitollinaban con tanta frecuencia como a los de nuestro estrato social.
Pues... Venga, pregúnteme.

LATURA
¿Que le pregunte qué?

WALLACE
Veo que su capacidad de concentración sigue siendo la misma que la de una esponja marina... Es agradable ver que nunca cambiará, amigo mío.

LATURA
Secuelas de una vida principalmente sedentaria, Señor Wallace.

WALLACE
Le hablaba de la herencia de mi tío abuelo Herman Wallace. ¿Tan poco le interesa saber qué era que no se acuerda ni de qué le estaba hablando? Empieza usted a preocuparme. No sé si es síntoma de enfermedad neurodegenerativa o de que su amistad empieza a flaquear... En cuyo caso también sería síntoma de enfermedad neurodegenerativa.

LATURA
¡Por todos los dioses! ¡Me ofende que cuestione la fortaleza de los lazos que atan nuestra legendaria amistad!

WALLACE
No se escandalice, sólo cuestiono su salud mental. Hágaselo mirar. De todas formas, seguiré hablando del tema de la herencia, si le parece bien.

LATURA
¡Por sepuesto! Intrigado me tengo.
Me.
Yo.
Ja, ja.
Pero por favor, continúe.
Yeee.

WALLACE
En serio, esos espasmos mentales me preocupan... Deje un momento que llame a Simon.
¡Simon! ¡SIMON! ¿Dónde está, viejo patán?


[entra Simon]

SIMON
¿Me llamaba, Señor Wallace?

WALLACE
Llamábole. Pida cita para el Señor Latura en el Hospital Universitario de Industrias Wallace. Quiero que le vea el mejor neurólogo que tengamos. ¿Cómo se llama el nuevo? Ese que es tan bueno. El negro.

SIMON
Doctor Foreman.

WALLACE
Ese. Dígale al Doctor Foreman que mañana le visitará el Señor Latura. Últimamente no presta atención a mis historias tanto como debería.

SIMON
Un claro síntoma de demencia, señor.

WALLACE
¡Ahá! ¿Lo ve, viejo amigo? Hasta el mayordomo piensa que usted está loco.

SIMON
Me encanta ver que el amo sigue captando la ironía como en sus años mozos.

LATURA
Me asombra que permita a su mayordomo pensar, viejo amigo.

WALLACE
Retírese, Simon.

SIMON
Lo estoy deseando, señor.


[sale Simon]

WALLACE
Bien, mañana irá usted al médico. Y ahora, volvamos al tema central: mi ausencia.
Tío Herman, el explorador. Venecia. La familia Wallace al completo. Incluso había acudido a la ocasión mi hermosa esposa.

LATURA
Sí que es hermosa su esposa, sí. Últimamente hablo mucho con ella. Pero siga, por favor.

WALLACE
Lo que me recuerda... Tome, bizcochos de chocolate que ha preparado ella especialmente para usted. Me hace gracia la forma de corazoncitos que tiene... En fin.
El caso. El tema. La circunstancia. Allí todos con el notario, dispuesto a leer. Y nos dice que la última voluntad de Herman es que seamos felices.
¡¿No le parece la mierda más grande del mundo?!

LATURA
Apuesto a que su tío abuelo Herman se destornillaba desde el más allá, junto a Jimi Hendrix y Lassie.

WALLACE
Si el bastardo se estaba riendo, yo lo que apuesto es que luego se retorció en su tumba. Los Wallace somos personas de indignarnos fácilmente, así que maldijimos tres veces el alma del difunto y luego tomamos un avión a Londres. Fuimos a los museos donde Herman había hecho todas aquellas donaciones tan importantes y nosotros aportamos una serie de donaciones mucho más interesantes.
Dinero a cascoporro, vaya.
A cambio, los museos debían retirar todo el material cedido por Herman Wallace y borrar su nombre de cualquier registro. Y lo hicieron. Puedo prometerle que lo hicieron. Era mucho dinero. Ahora la única presencia de Herman Wallace en este mundo son esta conversación y un montón de carne descomponiéndose en una fosa común. Y dentro de poco, no quedará nada.
Felicidad... Menudo hijo de puta egocéntrico.

LATURA
Cómo echo de menos a Gaspar-Vicente...
Aunque nunca lo conocí.
Hmm…


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