De arengas y rivales  

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Saga "The Following":
Prólogo



Querido y conspirador diario:

Escribo estas breves líneas antes de partir hacia mi destino, el cual no revelaré, pues se trata de un secreto sumamente importante que no quiero dejar grabado en tinta para evitar así miradas y vistazos inoportunos. Únicamente diré que me es imperativo acercarme hoy al pueblo para realizar unos importantes trámites... Afortunadamente, el Señor Wallace no es hombre de hacer demasiadas preguntas debido a su lograda educación en el campo de la discreción social.
Debo parar aquí, pues veo a través de la ventana como el excelentísimo Señor Latura se acerca a Villa Tannhaüser con unos andares más torpes de lo habitual e imagínome tendré que bajar a recibirle.
¿Sospecharán algo los señores si me ven partir? Quizás debiera esperar un buen rato a que sus conversaciones acaparen su concentración y no se percaten de mi necesidad por partir raudo y veloz.
Llaman a la puerta. El Señor Latura ha llegado.
Me despido, pues.

PD: El robot mecanógrafo que he tomado prestado del almacén de las Industrias Wallace se encargará de transcribir la charla de los dos camaradas en mi ausencia. ¿Funcionarán los micrófonos que instalé en sus ropas? Ahora lo comprobaremos...

SIMON
Señor Wallace, el excelentísimo Conde de Argleton está aquí otra vez. ¿He de invitarle a pasar o debería darle una copia de la llave de la casa?

WALLACE
Por Dios, Simon, no puede andar todo el día repartiendo copias de la llave. Dígale que pase.

SIMON
Como guste.

[sale Simon, entra el Señor Latura]

LATURA
¡Mi viejo amigo!
Justo me dirigía a descansar tras una agotadora jornada cuando pensé... "¡Anda!"

WALLACE
¡Oh! ¡Qué emocionante!

LATURA
Sabía que apreciaría mi anécdota. Es por esto que venía a contarle ello.

WALLACE
Soy un experto en la materia, como usted bien sabe. Pero dígame, su agotamiento debe haber sido causado por algo, ¿no es así? Tengo aprendido que la gente se agota cuando hace cosas. He oído historias, rumores...

LATURA
Puedo corroborarlo.

WALLACE
¡Cuénteme!

[se sienta en su sillón mientras el Señor Latura se reclina en el diván contiguo;
se hace un prolongado silencio;
el Señor Wallace no puede contener la expectación]

¿Y bien?

LATURA
Los divanes no deberían ser tan cómodos, ¿no cree? Su hospitalidad desmesurada para con sus invitados hace que uno esté demasiado relajado para conversar.

WALLACE
Bueno, si lo desea, puedo hacer que Simon le prepare un reconstituyente.

LATURA
Preferiría un té, si Vd. me acompañare en la tomienda del mismo.

WALLACE
¡Supuesto por!

[se acerca su reloj de bolsillo a la boca y presiona un botón]

Kitt, digo, Simon, sírvanos el té. Cargado de teína para el Señor Latura.
Prosiga su trepidante historia, amigo mío.

LATURA
Pues verá... Recientemente había estado recibiendo cartas de su empresa rival, Industrias... Industrias... Maldita sea...

WALLACE
Industrias Rival.

LATURA
¡Eso!

WALLACE
Son mis mayores competidores.
Dirigidas por el malvado Señor Rival.

[el fuego de la chimenea se agita por un viento maligno]

LATURA
Soy consciente, amigo mío.
La cuestión. En esas cartas me suplicaban que ejerciera de orador motivacional por un día, ante los más de 5000 empleados de Industrias Rival.

WALLACE
¡Oh! ¡Me alegro mucho por usted, Señor Latura! Sé cuánto le gusta motivar a muchedumbres con charlas exaltadas. Aún recuerdo como instó a las masas a que le dieran una mano de pintura al Muro de Berlín.

LATURA
Ah, los viejos tiempos...
Pero entenderá que en este caso se me presentaba un gran dilema. ¿Debía inseminar de conocimiento a todas esas personas? ¿Aunque con ello beneficiase a la industria rival de un viejo amigo?

WALLACE
No, se equivoca. Mi industria no es Rival, es Wallace.

LATURA
Claro, claro. Su industria Wallace, Rival.
¿Debía hacer esto? ¿O lo otro?

WALLACE
¿Insinúa que ha habido una fusión y yo sin enterarme? ¡Qué descaro! Seguro que el consejo está conspirando a mis espaldas.

LATURA
Por todos los cielos, nada más lejos de la realidad.

WALLACE
¡Já! Creerán que podrán hacer conmigo como hicieron los de Oscorp con el pobre Norman. ¡Nunca! Ahora mismo voy a despedirlos a todos...

[se levanta]

Bueno...

[se sienta]

Luego. Quizás pueda sacar beneficios de esta inesperada hermandad entre mi empresa Rival y la mía...

LATURA
No se exalte, Señor Wallace. Tal fusión es por ahora tan solo un rumor.
Iniciado por Vd., en este momento.

WALLACE
Sí, pero cuando el río suena...

LATURA
Radiocasettes lleva.

WALLACE
Así me lo aprendí yo. Pero prosiga, prosiga, no he pretendido interrumpirle.

LATURA
Bendita escuela para aristócratas de Argleton.
Bien. Pues encontrábame ante tamaño dilema cuando di con la solución. Acudiría a esas condenadas charlas y me prometí que serían memorables. Así que esta misma mañana las puertas de Industrias Rival se abrieron para acoger a un servidor.
Según me informaron antes de salir al escenario... (todo tuvo lugar en el auditorio preparado para tal uso). Según me informaron, mi exposición debería estar dividida en varias, una dirigida a cada departamento de Industrias Rival. Los muy inútiles no pueden digerir una simple charla de una hora... Salí a escena y fui recibido con un aplauso de menos de 20 segundos.
¡Menos de 20 segundos! ¿Puede creerlo?

WALLACE
Menuda desvergüenza. Eso indica una gran falta de disciplina entre el proletariado de Rival. En Industrias Wallace no ocurre nada parecido. Nosotros obligamos a los empleados a no aplaudir menos de 3 minutos en las charlas y a hacer una reverencia cuando pasamos algún miembro de la familia Wallace. Lo pone en el contrato.

LATURA
Qué menos. Pero en fin, ya sabía adónde había ido.
El primer departamento al que me dirigí fue Electricidad y Mantenimiento de la Misma. Les dije que habían perdido el contacto con su trabajo. ¿Dónde estaba la pasión? ¿Y el amor por la electricidad? Solo había que ver sus caras de perro pachón para darse cuenta de que los habían perdido por completo. Así que les dije:
"¡Hombres y mujeres de Industrias Rival!"
"¡Y niños!"
"La próxima vez que toméis un cable pelado de alta tensión en vuestras manos de caucho…"
"¡Despojaos de los guantes!" "¡¡Sentid la energía!!"
"¡Escuchad el sonido de la vida, la voz del mismísimo Señor Dios corriendo por vuestros cuerpos de pagano electricista de mierda!"
"¡5000 voltios de amor!" "¡Amor por vuestro trabajo!" "¡Amor por vuestras esposas y por vuestros maridos!"
"¡Y por vuestros padres!"
Aquí el subdirector me hizo un gesto raro desde fuera del escenario, como si se rascara el cuello...
"¡Niños, recibid voltios de amor de vuestros queridos padres!"
Aquí el tipo me volvió a interrumpir. Subió al escenario, se me acercó y me pasó una extraña nota.

WALLACE
¿Qué decía esa nota?

LATURA
Que los niños eran todos huérfanos, hijos de padres y madres electricistas fallecidos en Industrias Rival.

WALLACE
¡Já! ¡Lo sabía! Sabía que no eran todos hijos de la Señora Rival, como van diciendo por ahí. "Están echando una mano en el negocio familiar", decía el Señor Rival en las convenciones de industrias poderosas. El muy canalla... ¡Ni siquiera eran adoptados!
Ya decía yo que esa mujer era demasiado fértil.... 10.000 niños con tan estrechas caderas...
Pero dígame, ¿cómo continuó su charla después de aquello?

LATURA
Tras unos incómodos instantes de silencio y alguna que otra tos lejana, una trampilla secreta cedió bajo mis pies. Fui así bendecido con una suerte de deus ex machina, pues el escenario estaba preparado para la actuación del mago Dick Van Dickhead, que tendría lugar al acabar mi exposición.
Caí a los mugrientos conductos de Industrias Rival, que finalmente me llevaron hasta la lavandería. Salí como pude de aquel agujero infecto y emprendí el camino de vuelta a casa, a mitad del cual pensé... "¡Anda!"

WALLACE
¡Qué bien hilado!

LATURA
Y aquí estoy. Espero que el olor a calzoncillo proletario no sea tan perceptible como hace unas horas. De hecho debería ir a desinfectarme.

WALLACE
Sólo cuando entró. Ya apenas se nota.

LATURA
Oh, me alegra oírlo. Mi olfato es tan delicado que no percibe frecuencias de olor tan fuertes como aquella, así que tuve que guiarme por la expresión del rostro de su mayordomo.

[entra Simon]

SIMON
Disculpen la interrupción, señores.

WALLACE
Hablando del mayordomo de Roma...

SIMON
Señor Wallace, me preguntaba si me permitiría dejar unas horas la villa. He de atender unos asuntos personales.

WALLACE
Ni hablar. Por cierto, ¿dónde está el té que le pedí hace un rato?

SIMON
Lo lamento, señor, pero no sé de qué habla.

WALLACE
Maldito sea usted y toda su casta, Simon. Hace un buen rato le ordené por el reloj-intercomunicador que nos trajera té.

SIMON
Oh... ¿Y no podría ser que el señor hubiera vuelto a confundir la realidad con un sueño? Recuerde el incidente de las gafas con visión de rayos X que creyó tener la semana pasada tras despertase de la siesta. Aún estamos intentando arreglar los desperfectos que causó aquella inocente y nada preocupante confusión.

WALLACE
Bueno...

[mirando el reloj de bolsillo con cuidado]

Creo que... Usted debería meterse en sus asuntos, Simon.

SIMON
Eso intento, pero el señor no me permite atenderlos.

WALLACE

[confuso]

Eh... Bueno... Vaya, si tan urgente es... Pero la próxima vez que le pida que haga algo, lo hará, ¿de acuerdo? No me interesan sus excusas de "señor, pero eso no es real" ni pamplinas semejantes. Ahora retírese.

SIMON
De acuerdo, señor. Gracias, señor.

WALLACE
Sí, sí...

[sale Simon]

Siento este pequeño percance, Señor Latura. Últimamente Simon se aprovecha de mí demasiado...

LATURA
Resulta evidente. Y le consiente usted demasiado, amigo mío.
¿Sabe qué? Diría que este gibraltareño oculta algo.

CONTINUARÁ....


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De las herencias y las guitollinas  

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Querido e inconstante diario:

El viaje ha sido largo, pero hemos vuelto sanos y salvos. Bueno, el Señor Wallace ha vuelto sano y salvo. Yo he vuelto, simplemente. La ruptura de mi pierna derecha al salvar al Señor Wallace del intento de atropello por parte de un taxista turco que le había confundido con el demonio me ha tenido postrado en una cama durante dos semanas. Las únicas dos semanas desde hacía años en las que he descansado. Pero descansar convaleciente no significa parar de trabajar. El Señor Wallace, siempre tan atento, mandó construir una camilla automática con inteligencia artificial y ruedas para que pudiera seguir cumpliendo mis tareas sin necesidad de levantarme. Aunque maravillado y agradecido, no puedo sino estar también ligeramente molesto con el cachivache, ya que tenía cierta tendencia a no distinguir el comienzo de un escalón con un pasillo sin obstáculos, motivo por el cual solía salir despedido por las escaleras del segundo piso del lugar donde nos hallábamos. Todo ello, creo yo, favoreció mi pronta recuperación y la aparición de muchos y muchos hematomas.
Muchas cosas le pasaron al Señor Wallace durante nuestro homérico viaje, pero al hallarme yo sin tiempo ni agilidad debido a mi capacidad motora limitada, no pude grabar todo lo que hubiera querido, aunque conservo en el recuerdo grandes anécdotas que un día relataré, si Dios y el abogado patrimonial del Señor Wallace quieren, en una novela.
Hoy me limitaré a transcribir el audio del esperado reencuentro entre los excelentísimos señores Wallace y Latura, que tuvo lugar esta mañana en el salón del té de Villa Tannhäuser, durante el cual mi amo explicará el motivo de tan prolongada ausencia…

LATURA
Señor Wallace.

WALLACE
Señor Latura.

LATURA
¿Qué hay de nuevo, mi viejo y locuaz amigo?

WALLACE
¿Le he hablado alguna vez de mi querida familia?

LATURA
Oh. La verdad es que no. ¡Cuenéteme!

WALLACE
Son unos verdaderos Wallace. Todos ellos. Desde mi querido tatarabuelo Randall Wallace, quien vive aún, congelado en un tanque de criogénesis, hasta mi pequeño sobrino Alan Wallace, que acaba de cumplir 6 años.

LATURA
Ciertamente debe de ser una familia entrañable.
Curioso lo de su tatarabuelo, el que aún viva. Tiene usted suerte. Por desgracia, a mi tatarabuelo lo guitollinaron.

WALLACE
Oh. ¿La revolución?

LATURA
Las fiestas del pueblo.

WALLACE
Durante la revolución a la gente como nosotros la guitollinaban.

LATURA
Revoluciones... Ya me dirá para qué sirven.

WALLACE
¡Para hacer más fiestas!

LATURA
Ja, ja, ja.

WALLACE
De hecho, el tema de mi familia viene por ello, oye.

LATURA
¡No jodiéndome! ¿Y cómo siendo ello?

WALLACE
Se preguntará por qué he estado ausente tantos días. Pues bien, la respuesta a ese enigma es que falleció mi tío abuelo Herman Wallace... Un gran hombre. Un gran Wallace. Fue explorador y a él se le debe una enorme cantidad de tesoros del British Museum y del Natural History Museum. Todos los Wallace lo echaremos de menos. Nadie como él saqueaba tumbas ni expoliaba junglas. Una verdadera pérdida para la cultura inglesa.
El caso es que tuvimos que partir todos a Venecia, donde tenía su residencia habitual, para la lectura del testamento. Todos estábamos expectantes, ya que no teníamos ni idea de lo que podría legarnos. Siempre dimos por supuesto que lo había donado todo a los museos. Recuerdo perfectamente cómo clamaba una y otra vez aquello de "¡Nosequé cosa debería estar en un museo!" o "¡Mucho divertido, Doctor Jones! ¡Tú mucho divertido!". A veces se le iba un poco la cabeza y no teníamos ni idea de qué cojones hablaba.

LATURA
Cosas de la edad, he de suponer.
Mi tatarabuelo padecía asemnia profédica de nivel 2. Allá en el pueblo donde vivía, se convocó una junta vecinal con el alcalde para sopesar los gastos que conllevaría su tratamiento. Claro que eso entró en conflicto con los gastos que iban a suponer las fiestas del pueblo, que se hallaban próximas. Al final se llegó a un consenso y se tomó la decisión de celebrar las fiestas y que Gaspar-Vicente, el borrico mascota del pueblo, le pusiera la medicación que creyera oportuna en la primera noche de estos festejos.
Se ve que la cosa no funcionó.

WALLACE
¿Lo guitollinaron también?

LATURA
¿A Gaspar-Vicente? No, aún vive.

WALLACE
Jamás comprenderé por qué al vulgo no lo guitollinaban con tanta frecuencia como a los de nuestro estrato social.
Pues... Venga, pregúnteme.

LATURA
¿Que le pregunte qué?

WALLACE
Veo que su capacidad de concentración sigue siendo la misma que la de una esponja marina... Es agradable ver que nunca cambiará, amigo mío.

LATURA
Secuelas de una vida principalmente sedentaria, Señor Wallace.

WALLACE
Le hablaba de la herencia de mi tío abuelo Herman Wallace. ¿Tan poco le interesa saber qué era que no se acuerda ni de qué le estaba hablando? Empieza usted a preocuparme. No sé si es síntoma de enfermedad neurodegenerativa o de que su amistad empieza a flaquear... En cuyo caso también sería síntoma de enfermedad neurodegenerativa.

LATURA
¡Por todos los dioses! ¡Me ofende que cuestione la fortaleza de los lazos que atan nuestra legendaria amistad!

WALLACE
No se escandalice, sólo cuestiono su salud mental. Hágaselo mirar. De todas formas, seguiré hablando del tema de la herencia, si le parece bien.

LATURA
¡Por sepuesto! Intrigado me tengo.
Me.
Yo.
Ja, ja.
Pero por favor, continúe.
Yeee.

WALLACE
En serio, esos espasmos mentales me preocupan... Deje un momento que llame a Simon.
¡Simon! ¡SIMON! ¿Dónde está, viejo patán?


[entra Simon]

SIMON
¿Me llamaba, Señor Wallace?

WALLACE
Llamábole. Pida cita para el Señor Latura en el Hospital Universitario de Industrias Wallace. Quiero que le vea el mejor neurólogo que tengamos. ¿Cómo se llama el nuevo? Ese que es tan bueno. El negro.

SIMON
Doctor Foreman.

WALLACE
Ese. Dígale al Doctor Foreman que mañana le visitará el Señor Latura. Últimamente no presta atención a mis historias tanto como debería.

SIMON
Un claro síntoma de demencia, señor.

WALLACE
¡Ahá! ¿Lo ve, viejo amigo? Hasta el mayordomo piensa que usted está loco.

SIMON
Me encanta ver que el amo sigue captando la ironía como en sus años mozos.

LATURA
Me asombra que permita a su mayordomo pensar, viejo amigo.

WALLACE
Retírese, Simon.

SIMON
Lo estoy deseando, señor.


[sale Simon]

WALLACE
Bien, mañana irá usted al médico. Y ahora, volvamos al tema central: mi ausencia.
Tío Herman, el explorador. Venecia. La familia Wallace al completo. Incluso había acudido a la ocasión mi hermosa esposa.

LATURA
Sí que es hermosa su esposa, sí. Últimamente hablo mucho con ella. Pero siga, por favor.

WALLACE
Lo que me recuerda... Tome, bizcochos de chocolate que ha preparado ella especialmente para usted. Me hace gracia la forma de corazoncitos que tiene... En fin.
El caso. El tema. La circunstancia. Allí todos con el notario, dispuesto a leer. Y nos dice que la última voluntad de Herman es que seamos felices.
¡¿No le parece la mierda más grande del mundo?!

LATURA
Apuesto a que su tío abuelo Herman se destornillaba desde el más allá, junto a Jimi Hendrix y Lassie.

WALLACE
Si el bastardo se estaba riendo, yo lo que apuesto es que luego se retorció en su tumba. Los Wallace somos personas de indignarnos fácilmente, así que maldijimos tres veces el alma del difunto y luego tomamos un avión a Londres. Fuimos a los museos donde Herman había hecho todas aquellas donaciones tan importantes y nosotros aportamos una serie de donaciones mucho más interesantes.
Dinero a cascoporro, vaya.
A cambio, los museos debían retirar todo el material cedido por Herman Wallace y borrar su nombre de cualquier registro. Y lo hicieron. Puedo prometerle que lo hicieron. Era mucho dinero. Ahora la única presencia de Herman Wallace en este mundo son esta conversación y un montón de carne descomponiéndose en una fosa común. Y dentro de poco, no quedará nada.
Felicidad... Menudo hijo de puta egocéntrico.

LATURA
Cómo echo de menos a Gaspar-Vicente...
Aunque nunca lo conocí.
Hmm…


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De las reflexiones editoriales.  

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Querido y efímero diario:

El Señor Latura se ha puesto en contacto hoy con su compañero de tertulia para soltarle esta gran reflexión.

LATURA
Me se me ha ocurrídome algo, Señor Wallace...

WALLACE
Oh, dígamelomelo, Señor Latura.

LATURA
Si tres libros forman una trilogía, ¿un libro se considera una monología?


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De la receta secreta de mi abuela  

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Querido y fraudulento diario:

Mi mañana no pudo ser más movida. Estuve todo el tiempo ayudando a trasladar cajas y cajas de pólvora y nitroglicerina desde el laboratorio del sótano hasta el camión que las transportaría a los almacenes generales de Industrias Wallace. El amo tenía todo ese explosivo allí porque había estado investigando la forma de crear un nuevo deporte de riesgo, el nitrosurfing, pero un accidente con los muñecos dummies le hizo cambiar de idea, así que ahora me toca a mí limpiar todo el estropicio.
El camión se fue, olvidándose una caja de pólvora que dejé en la cocina, junto a la canela y las virutas de chocolate. Después me puse a amasar unas pastas, según la receta de mi querida abuela, para la merienda que el Señor Wallace tenía concertada con el Señor Latura. Servir a personajes tan peculiares es estresante, pero gratificante al mismo tiempo, ya que te da pie a hacer cocina experimental.

WALLACE
… Y así es como se resuelve el problema del hambre en el mundo.

LATURA
Y parece tan sencillo cuando proviene de su florido verbo, mi buen amigo...

WALLACE
Mmm... Tanto hablar de hambruna me ha despertado el apetito. ¿Quiere usted comer algo? ¿Sandwich? ¿Tarta? ¿Sugus?

LATURA
Mi médico personal, el ilustre Dr. Trepkos Topokotopoulos, me ha recomendado no abusar de las comidas entre horas. Sin embargo, no creo que un clásico té con pastas pueda hacerle mal a nadie, ja ja.

WALLACE
Jajaja. ¿Qué podría pasar, verdad? Permítame... ¡Simon! ¡¡SIMON!! ¡Venga aquí!
Probará el té especial que compré durante mi visita a España la pasada Semana Santa. Es una variedad que no conocía... "Hacendado", me parece que se llama...

[entra Simon]

SIMON
¿Me llamaba, Señor Wallace?

WALLACE
Correcto. Tráiganos al Señor Latura y a mí un té de esos que compré en España. Y algunas pastas. Las que usted vea, nos da igual.

SIMON
De acuerdo, amo.

[sale Simon]

WALLACE
Bueno, dígame, Señor Latura, ¿cómo pasó usted las pascuas? ¿Qué tal fueron sus viajes?

LATURA
Francamente interesantes. Mi piloto, Maverick, como es habitual en estas fechas, me entregó un detallado documento con diversos destinos de mi interés. Este año me decanté por Grecia, tierra de la democracia y del yogur.
De modo que, una vez estuvo todo preparado para mi partida, subí a mi avión personal y me acomodé en mi asiento, junto al cual hice colocar un elegante minibar repleto de exóticos brebajes. Y aunque podría haberlo hecho, por razones personales preferí no hacer uso de ese nuevo servicio aéreo de "ProstitutaExpress-In The Air". Imagino que lo conoce, Señor Wallace.

WALLACE
Sí, allí fue donde conoció usted a su señora, ¿verdad, amigo?

LATURA
En efecto. Ella pilotaba ese día.
Como le decía, me relajé de tal modo que, poco después, ya habíamos llegado. He de confesarle que por culpa del vodka de dudosa procedencia del que con toda certeza abusé, quedé altamente desorientado al aterrizar.
Mi tripulación tuvo que ayudarme a bajar y... Bueno, lo primero que recuerdo después de eso es hallarme entre unas increíbles ruinas griegas. Oh... Espléndido. Allí se respiraba Historia. Era como viajar en el tiempo a la Antigua Grecia. Caminé largo rato, maravillándome aún más a cada paso que daba... Hasta que llegué a la tienda de souvenirs.
Entonces me di cuenta de que estaba en el Museo Británico e hice llamar a Maverick para hacerle saber que estaba despedido.

WALLACE
Oh. ¡Qué deliciosamente rocambolesco!

LATURA
¿Puede creerlo, Señor Wallace? ¡El muy palurdo no sabría ni llegar al burdel en el que fue concebido!

[entra Simon con una bandeja, llevando dos tazas de té y un platito con pastas]

WALLACE
Por eso siempre le digo que es mejor viajar en tren. Si el maquinista se pierde, lo tiene fácil para encontrar nuevamente el camino.
Bien, Simon, por una vez trae el té antes de que se congele. Ya está, puede retirarse.

[sale Simon]

WALLACE
Verá qué té tan magnífico... Pero antes de probarlo, le sugiero que tome una de estas pastas. Simon las ha estado horneando toda la mañana, siguiendo una receta inventada por su abuela, allá en Cádiz.

[ambos cogen una pasta]

WALLACE
Mmm... Qué bien huele.

LATURA
Mmm… Virutas de chocolate…

[la pasta explota]


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De la muerte de Ven--... Vins--... Van--... del chófer  

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Querido y cuadriculado diario:

Me encaminaba hacia la sala de lectura con el té del Señor Wallace cuando, al pasar junto a la puerta principal, esta se abrió violentamente, golpeándome y tirándome la bandeja encima, con toda la bebida ardiente. Era el Señor Latura, que había entrado cual mensajero de guerra, corriendo hacia la estancia donde el amo leía con devoción los poemas de Catulo.
Yo, mientras, me retorcía de dolor por las quemaduras, pero no era nada que un injerto de piel no pudiera remediar.


LATURA
[jadeando] ¡Señor Wallace!

WALLACE
¡Oh! ¡¿Pero qué es este alboroto?! ¡Simon! ¡Simon! ¡Nos atacan los comunistas!
Ah, Señor Latura, es usted... ¿Qué le ocurre, viejo amigo?

LATURA
[aún en pie, con las manos apoyadas en las rodillas] Terribles... noticias...

WALLACE
¿De qué se trata? ¿Sánchez Dragó ha cambiado sus gatos por un terrier?

LATURA
Alguien... ha...

[se desmaya]

WALLACE
Vaya, qué falta de protocolo... A ver...

[se levanta, se acerca al Señor Latura y le pincha un par de veces con su bastón, para ver si se mueve]

WALLACE
Mmm... Simon, ¡Simon! ¿Dónde se habrá metido este tipo? Al final voy a tener que hacerlo todo yo... Qué falta de protocolo.

[se agacha y agita al Señor Latura]

WALLACE
¡Señor Latura! ¿Señor Latura? ¿Me oye? ¿Está usted bien?

LATURA
¿Eh...? ¿Qué...? Oh, cielo santo... Ayúdeme a incorporarme, Señor Wallace.

WALLACE
De ninguna manera. Ya me he esforzado suficientemente por hoy. Si no quiere esperar a Simon, le sugiero que tome mi bastón para ayudarse. Es lo menos que puedo hacer.

LATURA
Ojalá su parqué fuese tan cómodo para mi espalda como reluciente para mis ojos [toma el extremo del bastón para levantarse]

[el Señor Wallace pierde el equilibrio y cae también al suelo]

WALLACE
Agh... Mi lumbago...

LATURA
¡Pardiez! ¡Mi ingle!

[ambos permanecen inmóviles, mirando al techo]

WALLACE
Bueno... ¿y qué era eso que parecía tan urgente?

LATURA
Ah, sí... ¡Alguien ha saboteado mi Jaguar! Suerte que no lo conducía yo cuando ocurrió el accidente.

WALLACE
¡Oh! ¿Accidente? ¿Qué ocurrió? ¿Quién lo conducía? ¿Está bien?

LATURA
Mi chófer, Vansu--... Vinci--... Mi chófer.

WALLACE
Vincent.

LATURA
No, no. Señor Latura. Debe de haberse dañado con la caída, amigo mío.

WALLACE
No, digo que su chófer se llama Vincent.

LATURA
En absoluto, mi chófer se llama Jean--... Gianni--... Bueno, yo le llamo Stefany. Vincent era mi anterior chófer, pero murió esta misma mañana debido a un horrible acto de sabotaje en mi Jaguar, ¿no se lo he contado?

WALLACE
¡Primera noticia! ¿Y qué ocurrió? ¿Está usted bien?

LATURA
¿"Bien"? ¿Cómo voy a estar "bien"? ¿Sabe cuánto tiempo tendré que esperar hasta que me traigan otro Jaguar Vintage Detroit Max Power Edition? ¡Tres días! ¡¡Tres días!!
Así que ahora tengo un chófer nuevo y no sé qué hacer con él mientras dura la espera.

WALLACE
Qué indignante.

LATURA
Intento que aprenda a traerme las zapatillas y la prensa, pero el muy insolente me responde que ese no es su "área de trabajo". ¡Habrase visto!

WALLACE
Desde que tienen sindicatos, este proletariado va siempre por ahí con sus delirios de grandeza. Sin ir más lejos, Simon el otro día me pidió unos días libres para ver a sus hijos... ¡Ja! ¡Qué excentricidad!
Y bueno, ¿por qué no coge mientras otro de sus veintiocho deportivos?

LATURA
Están todos en taller. Al poco de arrancar, al Jaguar le fallaron los frenos y colisionó con el Aston Martin que, debido a un caótico efecto dominó, colisionó a su vez con el Maserati. Y así hasta mi preciado Rolls Royce del '21, que tiene un rasguño en la carrocería pero, según me han comunicado, puede empeorar.

WALLACE
Coraje y paciencia, Señor Latura, coraje y paciencia…

[entra Simon con el pecho cubierto por gasas]

SIMON
Señor Wallace, Lady Sonia Hirsch le manda un sandwich de huevos Humpty Dumpty vía FedEx. ¿Le gustaría tomarlo ahora o lo reservo para la cena?

WALLACE
¡Albricias! ¡Qué encanto de mujer! Siempre se acuerda de mí cuando viene del Mercado de la Comida Ficticia... Mejor guárdalo para la cena, ahora estoy en una posición bastante incómoda para comer.

SIMON
Ya veo... ¿Significa eso que puedo llamar a la limpiadora para que no venga mañana a pulir el suelo?



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De los peligros del Sky Surf  

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Querido e infravalorado diario:

Esta tarde, como es habitual, volvió a visitarnos el Señor Latura, Conde de la Gloriosa Argleton. El Señor Wallace esperaba a su amigo con impaciencia, ya que tenía ganas de contar la experiencia social que habíamos presenciado aquella mañana. Sentía que no podía perderme la conversación, pero no se me permite estar en la sala cuando el amo recibe visitas tan ilustres, así que hice lo que hago siempre: colocar multitud de micrófonos y cámaras ocultas por toda la estancia para poder estar al tanto de lo que los señores debaten. Ahora me dispongo a transcribir lo que mis aparatos de "La Tienda del Mayordomo Espía" captaron.



SIMON
Señor Wallace, ha llegado el Conde de Argleton.

WALLACE
Estupendo, Simon, hágale pasar.

SIMON
El excelentísimo Conde de Argleton, Lord Latura.

[entra el Sr. Latura]

LATURA
Solo "Señor", por favor. Ya sabes que el título me incomoda.

SIMON
Como guste, Lord Latura.

WALLACE
Ya está bien, Simon, puedes retirarte.

[sale Simon]

WALLACE
Por favor, Señor Latura, tome asiento.

LATURA
Gracias, Señor Wallace. Ahh..
[se sienta]
No se lo tome a mal, pero cada vez que escucho "Lord" delante de mi nombre me sobrecoge una extraña sensación esperpénticamente cacofónica. Mas no le culpo, Señor Wallace. Bien es conocida su hospitalidad para conmigo.

WALLACE
Debe disculpar a Simon, hizo su Diplomatura en la Facultad de Servidumbre de la Universidad de Sevilla y, como es sabido, allí no existe una plena y competente docencia. De todas formas, intentaré corregir su comportamiento reduciéndole su sueldo una vez más.

LATURA
Oh, vamos, tampoco sea demasiado duro.
O sí, sea. Si hay que serlo, se sé.

WALLACE
Debo serlo. La última reducción se debió a que aparcó el Rolls en la plaza de mi garaje que, como bien sabe él, está dedicada al Aston Martin... Uno no puede ser tan permisivo con el servicio. ¿Qué será lo próximo? ¿Usar las tazas de té rojo para echar el Earl Grey?

LATURA
¡Cielo santo! Estremézcome, Señor Wallace.
Pero algo me dice que eso no es lo único que le preocupa hoy, amigo mío.

WALLACE
Ciertamente. Pero, ahora que he mencionado el té, me apetece una taza, ¿y a usted?

LATURA
No hay líquido caliente en este planeta que me apetecería más, Señor Wallace.

[pausa incómoda]

WALLACE
¿No prefiere un poco de lava?

LATURA
No, gracias. Me produce ardor.

WALLACE
Eso pensaba... Pues mire, precisamente he instalado un panel de control en la mesita Luis XVI para llamar al servicio y controlar otras actividades de Villa Tannhaüser desde la comodidad de mi asiento. Se llama "hogar inteligente" o algo así. Se trata de una tecnología nueva que está investigando el departamento de Desarrollos Hogareños de las Industrias Wallace. Así me deshago de una maldita vez de la condenada campanita que tenía antes para llamar a Simon... Fíjese, fíjese cómo funciona.

[presiona un botón del panel]

-- SU CASA SE AUTODESTRUIRÁ EN 10... 9... 8... --

WALLACE
¡Albricias!

LATURA
¡Pardiez!

WALLACE
¡Simon! ¡Simon! ¡Venga aquí, maldito gibraltareño!

LATURA
¡"Albricias" es para alegrarse, Señor Wallace! ¡¿Le alegra que vayamos a morir?! ¡¡Oh, Dios, mis pastillas!!
[se lleva la mano al pecho]

WALLACE
Me gusta ser irónico incluso a las puertas de la muerte, gracias por apuntarlo.

[entra Simon]

SIMON
¿Me llamaba, Señor?

WALLACE
Sí, apaga este maldito cacharro antes de que volemos todos por los aires y trae un desfibrilador para el Señor Latura.

LATURA
¡Necesito frotarme el pecho con aloe vera o sufriré un paro cardiaco en menos de cinco minutos!

-- 5... 4... --

SIMON
¿En qué orden quiere que haga lo que me ha pedido, Señor Wallace?

WALLACE
En el que te venga mejor a ti.

LATURA
¡Aaagrhgr...!
[sufre una ligera convulsión]

[Simon se acerca a la mesa y pulsa una serie de botones]

-- AUTODESTRUCCIÓN DESACTIVADA –

[se acerca al Señor Latura y tras darle un masaje cardiaco y revivirle, se marcha]

WALLACE
¿Está mejor, Señor Latura?

LATURA
¿Eh? Oh... Mi cabeza...
[un poco mareado, se incorpora]
Bien, por dónde íbamos... Ah, ¿dónde está ese té?

WALLACE
Mierda, he olvidado pedírselo.

LATURA
Ja, ja, ja. ¿Lo ve, Señor Wallace? Lo tradicional y efectivo nunca será sustituido por la tecnología de punta.

WALLACE
¿Se refiere a la campanita o a gritarle al estrato social inferior?
En fin, no demoremos más la tertulia... Hoy mi atención nuevamente se centra en una de esas cosas que a mí tanto me apasionan: las locuras de la gente.
Verá, esta mañana, en mi habitual paseo mañanero por las playas italianas, vi a un grupo de jóvenes levantando una cometa enorme, gigantesca. Pensé que era arte, pero mi buen Simon me indicó que se trataba de un deporte nuevo. Me dijo su nombre, mas no lo recuerdo ahora...

LATURA
Oh, creo que he oído hablar de ello...

WALLACE
El caso es que uno de estos muchachos se agarró bien a eso que se parecía más a un paracaídas que a otra cosa y, con los pies en una tabla, se puso a navegar en el agua a una tremenda velocidad. ¡Qué espectáculo!

LATURA
Debe de ser una sensación rocambolesca, sin duda. Aunque personalmente, no creo que me sintiese cómodo ante tamaña excitación.

WALLACE
Sí, su corazón es francamente delicado, Señor Latura...
Pues así estaba yo, viendo a aquel tipo surcar las aguas y saltar alegremente cuando, de pronto, vino un golpe de viento y el tipo comenzó a ascender. Y ascender. Y ascender.

LATURA
Oh, cielos...
[extiende el brazo, coge la taza de té, se la acerca a los labios, vuelve a extender el brazo y deja la taza de té porque está vacía]

WALLACE
Entonces, el viento cambió de dirección súbitamente y el individuo -- un comunista, evidentemente -- pasó sobre nuestras cabezas, tierra adentro... Y continuó subiendo... Y subiendo. Simon sacó la cámara de su móvil y lo grabó todo, mientras yo me maravillaba ante la acojonantísima altura que había adquirido aquel pobre diablo.
Y cuando estaba tan lejos, sobre el bosque, y tan arriba que solamente era un puntito en el cielo, el viento cesó, y todo el mundo en la playa pudo ver como la cometa caía en picado hacia el suelo.

LATURA
¡Me toma el pelo!

WALLACE
¡Nunca me gustó el sabor del cuero cabelludo! Le aseguro que no miento. Aquel desgraciado cayó al suelo y se pegó tal carajazo -- perdone el vulgarismo -- que se rompió tres costillas, una pierna y su dignidad. Lo sé porque fui yo quien lo montó en mi coche para llevarlo al hospital... Ningún helicóptero sanitario es más veloz que mi Lamborghini de los domingos.

LATURA
Una vez más, alimentando su ya exquisita reputación, Señor Wallace.

WALLACE
Así que por eso estoy hoy preocupado, Señor Latura. El ser humano nunca dejará de sorprenderme, en cualquiera de las manifestaciones de su yo más profundo y/o superficial.
¿Qué conclusiones saca usted de todo esto?

LATURA
Considero que la complejidad del hombre es inherentemente proporcional al tamaño de su pene. Teoría avalada por los formalistas rusos.

WALLACE
Por los formalistas rusos y por Arturo Pérez-Reverte. ¿Pero qué hay de la mujer?

LATURA
Los formalistas rusos son unos misóginos.

WALLACE
Claramente.
Pues eso era lo que ardía en deseos de contarle, Señor Latura. Perdóneme si le ha venido mal venir hasta aquí desde su retiro en Turquía para esto... ¿Le sigue apeteciendo esa taza de té?

LATURA
Oh, no se preocupe. Es para mí un placer venir aquí a parlamentar con usted, Señor Wallace. Y sí, me apetece esa taza de té.
Llena, por favor.

WALLACE
Por supuesto, un momento... A ver dónde era...
[pulsa un botón del panel]

-- LANZAMIENTO DE MISIL ATÓMICO EN 10... 9... 8... --

WALLACE
Me cago en la puta.

LATURA
¡Jooooder!




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